Museos coyantinos “YoMeQuedoEnCasa”: Mantón de Cachemira

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Pieza: MANTÓN DE CACHEMIRA

 

Lugar de origen: Valencia de Don Juan

Cronología: c. 1860

Conservado en: MITLE Museo de la Indumentaria Tradicional Leonesa

 

Esta pieza que os mostramos hoy es un mantón de Cachemira rectangular, de grandes dimensiones, popularmente denominado “Mantón de ocho puntas”. Está realizado en lana y seda. Su centro es rojo, y posee decoración polícroma en el contorno, más amplia y con flecos en los lados estrechos.

Los Mantones de Cachemira que tan de moda estuvieron entre las mujeres acomodadas en el siglo XIX recibieron este nombre por la zona donde se elaboraban, fronteriza entre la India y Pakistán. Estos mantones llegaron a Europa hacia finales del s. XVIII, aunque llevaban siglos fabricándose en su zona de origen. Se realizaban con pelo de cabra y la tela era suave al tacto, sedosa, ligera y buen aislante térmico.

Su composición consistía en un centro tejido al que se le unían en ambos extremos franjas cosidas y realizadas con pequeños fragmentos de colores que se decoraban con unos motivos de palma llamada boteh, de origen persa. Esta decoración se realizaba mediante el bordado con hilo también de pelo de cabra repitiéndose sobre todo, junto a los boteh los motivos geométricos y vegetales abstractos. En ellos se plasmaba el gusto y colorido de esta zona montañosa cercana al Himalaya.

Tras la Revolución Francesa se produce en Europa uno de los cambios más importantes en la historia moderna de la indumentaria. Influenciada por los descubrimientos arqueológicos clásicos del siglo XVIII, por las formas del vestir de las colonias de Francia en América y por el espíritu revolucionario, las mujeres francesas rompen con las modas rococó, que asociaban al antiguo régimen, y comienzan a utilizar unos ligeros vestidos, denominados vestidos-camisa, realizados con finas telas de algodón o seda. El cuerpo femenino volvió a recobrar la libertad perdida varios siglos atrás. Sin embargo, estas modas, que para el clima de las colonias eran perfectas, no se adecuaban a las bajas temperaturas de los inviernos franceses. La necesidad de abrigar el cuerpo fue la que hizo que se pusieran de moda los chales como complemento a los vestidos camisa.

Hacia 1800 se empezaron a importar chales en grandes cantidades y fue en Francia donde primero tuvieron éxito en las mujeres. En la India, su país de origen, estaba reservado para los hombres, que los llevan como cinturón o turbante. Gracias a los mamelucos se popularizaron entre la aristocracia francesa usándose como fajines en los trajes militares.

Dicen que fue Josefina Bonaparte una de las impulsoras del gusto por estos mantones, a la que Napoleón había mostrado una tela ligera a la vez que cálida proveniente de Cachemira y que le causó sensación. A la emperatriz le gustaban tanto, que en los inventarios de su guardarropa aparecieron registrados más de 200 chales de cachemira.

Las mujeres los acogieron con entusiasmo. Alcanzaban unos precios altísimos debido a lo difícil de su importación. Los ingleses eran los que los traían de la India, a través de su Compañía de la Indias Orientales. Los vendían a precios muy altos, pero incluso después de la restricción impuesta por Francia a los productos ingleses se seguían comprando de contrabando, lo que aún aumentaba más los precios.

La invención del telar de Jacquard en Francia, con una producción mecánica y rápida, hizo que comenzaran a reproducirse estos mantones, pero no cosidos y bordados sino tejidos, lo que abarató los costes. Se comenzaron a tejer tanto en Francia (Lyon y Paris), como en Inglaterra. La industria textil produjo estos chales adaptándolos al gusto europeo. Con menos costes llegaron a más personas, pero la materia prima inicial se seguía importando de Cachemira.

La moda romántica, más pudorosa que las precedentes, comenzó a necesitar mantones cuadrados. La industria realizó chales en distintas medidas: medios chales, cuadrados, alargados, llevándose de diferente forma a los rectangulares. Los diseños de cachemir se adaptaron al gusto occidental en el s. XIX, y perdieron parte del valor simbólico que tenían los motivos originales.

Los chales fabricados en Lyon fueron los más demandados por las francesas, por su gran calidad y exquisito colorido. Hacia los años 30 del siglo XIX, Paisley, localidad escocesa famosa por sus tejidos, comenzó a fabricar imitaciones de los chales de cachemira, aunque reinterpretando su forma y sus motivos ornamentales. Tuvieron tanta fama en Inglaterra y Estados Unidos que con el tiempo, esos chales pasaron a llamarse simplemente Paisley, como el pueblo en el que se tejían. En España también existieron fábricas de mantones de Cachemira, sobre todo en Cataluña.

Nuestra pieza se corresponde con la Moda del Miriñaque, de exagerados volúmenes, por lo que estos mantones alcanzaron sus máximas medidas para que pudiera cubrir y caer sobre las enormes faldas ahuecadas.